La cruz
te asusta; su simple nombre de una sola sílaba te abruma; pero es porque has
luchado muchos años con una gran cruz fantasma de tu imaginación; una cruz sin
Cristo, la cruz enorme de toda una vida: una cruz que no era la que Dios
cargaba amorosamente sobre tus hombros.
La verdadera cruz es la de Cristo, la que Él te regala y la que te ayuda a llevar volviéndose tu Cirineo, una cruz de un día, porque Él dijo: “Bástale a cada día su afán.”
La verdadera cruz es la de Cristo, la que Él te regala y la que te ayuda a llevar volviéndose tu Cirineo, una cruz de un día, porque Él dijo: “Bástale a cada día su afán.”
¿Has
podido llevar la cruz de este día? Sí has podido. Así podrás llevar la de mañana
y la de pasado mañana; la mano que hoy te sostuvo te sostendrá mañana y hasta
el último día, que también será un solo día.
No te
hagas el gigante del Calvario, lleva la cruz que te dan, no la que tú te
fabricas; llévala con amor, con mucho amor, y pesará menos: cuanto más amor,
menos peso; y mira a la cima del Calvario: De ese Árbol bendito penden los
frutos que más anhelas: la santidad, la salvación de innumerables almas, el
cielo eterno.
Toma
esa cruz con más amor; mira al que va delante, y ya no vuelvas la mirada atrás;
pero, si miras, verás que detrás de ti, cayendo y levantándose, luchando
duramente, amorosamente por seguir en pie, vienen miles de hermanos tuyos con
su cruz a cuestas.
Cristo de Las Siete Palabras
Cristo de Las Siete Palabras
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