El día 15 de septiembre, en una sencilla celebración, la comunidad parroquial de El Salvador, se acercó a la figura de María en su advocación de Nuestra Señora de los Dolores. Fue como un eco de la celebración de la Exaltación de la Cruz, que habíamos tenido el día anterior. En la vida de María, entera y esperanzada ante el sufrimiento, todos aprendemos a vivir la luz de la resurrección en la oscuridad del dolor y de la muerte.