Este año, después de una pausa ya de tres años por la situación de pandemia, hemos podido retomar en la comunidad parroquial la celebración del día de las familias como habitualmente lo realizábamos. La jornada de ayer domingo fue una ocasión para la fiesta, para el encuentro y para el agradecimiento al Dios bueno que nos congrega como familia parroquial.
La eucaristía, el canto en la calle y la comida compartida nos dieron pie para preparar el corazón para la Navidad, ya cercana, y para sentirnos comunidad que peregrina en la fe y celebra la vida. El gozo que nos deja el día es un motivo más que suficiente para agradecer a familias, catequistas, niños y niñas, y a tantos miembros de la comunidad parroquial, sus esfuerzos para que el domingo 18 quede en nuestra memoria como un día especial.